Correcto(justo)
March 6, 2021 / David Quaid / Vineyard Church North PhoenixCorrecto(justo)
David Quaid
I. Intro
A. La es la clave de la .
II. Como estar en lo correcto(siendo justos)
A. Priorizar el
1. John Santiago 1:19 (NVI) Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse.
NOTA: Todos deben estar para escuchar, y ser para hablar y para enojarse.
B. Buscar a las
1. John Santiago 1:20 (NVI) pues la ira humana no produce la vida justa que Dios quiere.
a. = El estado o cualidad de la rectitud que concuerda con la ley o la norma de Dios.
b. ¡Jesús siempre estuvo en lo correcto()!
i. John Efesios 2:14-16 (NVI) 14Porque Cristo es nuestra paz: de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando mediante su sacrificio el muro de enemistad que nos separaba, 15 pues anuló la ley con sus mandamientos y requisitos. Esto lo hizo para crear en sí mismo de los dos pueblos una nueva humanidad al hacer la paz, 16 para con Dios a ambos en un solo cuerpo mediante la cruz, por la que dio muerte a la enemistad.
ii. John Mateo 22:37-40 (NVI) 37Jesús contestó: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” . 38 Este es el primer mandamiento y el más importante. 39 Hay un segundo mandamiento que es igualmente importante: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. 40 Toda la ley y las exigencias de los profetas se basan en estos dos mandamientos.
C. Hacer a un lado el
1. John Santiago 1:21 (NVI) Por esto, despójense de toda inmundicia y de la maldad que tanto abunda, para que puedan recibir con humildad la palabra sembrada en ustedes, la cual tiene poder para salvarles la vida.
a. Maldad = = una fuerza que destruye relaciones”.
2. John Efesios 4:22-24 (NVI) 22Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; 23 ser renovados en la actitud de su mente; 24 y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad.
III. Conclusión